Opinión Gent de Dénia: ¿Agenda 2030 cueste lo que cueste? ¿quién gana con todo esto?
AQUEL SUEÑO IDEAL EMPIEZA A DAR SEÑALES DE MANIPULACIÓN Y FALTA DE CRITERIO
Cuando en 2015 entró en nuestras vidas la famosa Agenda 2030, con sus Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS), se nos vendió como la “Purga de Benito”, la panacea universal. Y lo compramos encantados y convencidos, era algo ideal y maravilloso. Íbamos a regenerar la tierra, todo iba a ser “Sostenible” (palabra mágica). El planeta iba a volver a recuperar su estado natural y sería todo mucho mejor, y todas esas metas se iban a conseguir para el año 2030.
Esto, al igual que la famosa “Conferencia de Kioto” del año 2002, sobre la energía, han resultado ser verdaderos castillos en el aire. No ha sido así para los que la diseñaron en beneficio propio, diseño disfrazado de unos postulados “apetecibles y motivadores” para todo el mundo. Un mundo mejor para todos. Este juego ha resultado tener las cartas marcadas con unas reglas creadas por unos pocos, de forma autoritaria y sobre todo con unos gastos y unos controles que son difíciles de sostener.
Un ejemplo lo tenemos con el tema del vehículo eléctrico, sólo Europa se ha implantado a si misma la obligación de vehículo con emisiones “cero” para 2030. Si analizamos con datos, solo el 21,07% de los vehículos eléctricos circulan por Europa. Curiosamente en el resto del mundo no solo no es un objetivo, ni siquiera es prioritario. Europa se impone el objetivo sin gestionar todo lo que realmente contamina: la fabricación, el transporte desde los países productores, el almacenaje y el reciclaje final de baterías. Pero eso sí, ya han aplicado impuestos para la compra de dichos vehículos que se nos imponen… Algo que no huele demasiado bien.
Consideremos que todos los vehículos turismos y furgonetas juntos contaminan infinitamente menos que los aviones (hay 310.000 aviones en el mundo hoy día) y barcos. A estos no se les ha impuesto ninguna restricción. Pero al ciudadano de a pie se le hace sentir como el gran delincuente ecológico, destructor de la naturaleza y aniquilador de especies.
Cuando en las ODS se habla de “sostenibilidad” se ve la gran mentira del reciclaje. Como nos han “metido su gol”. Han montado sus chiringuitos ecológicos en base a esa palabra mágica, la sostenibilidad. Cobran tasas e impuestos, emplean a sus amigos y pagan favores. Total, el dinero público no es de nadie, ¿o es de todos?
Reciclar es aquello que hacían nuestros abuelos. Guardaban la botella de leche, la de vino y la de gaseosa. Habían pagado por el casco y evitaban que se rompiese para llevarlo a la bodega y no pagar otra vez por el casco. El cartón y los periódicos usados se llevaban al trapero porque daban algo a cambio de recogerlo. No eran ecologistas ni conocían el término Sostenibilidad, no les hacía falta. A nosotros si nos haría falta aprender de nuestros mayores a usar el sentido común.
Sí miramos más en cuanto a las “cuotas” que impone la U.E., bajo el paraguas de la “sostenibilidad y aplicación de las ODS”, resulta que tanto agricultores como ganaderos españoles, y ahora también todo el sector pesquero del Mediterráneo Europeo está desapareciendo. Ahogados con tanta limitación y norma. Mientras que los países africanos ribereños del mar mediterráneo pueden faenar a sus anchas y saquear el mar, sin restricciones a la pesca ni a sus artes. A los productos agrícolas y ganaderos de aquí se les está “capando” la producción, exigiendo unas calidades y la no aplicación de ciertos pesticidas y demás. En cambio permitimos que entren productos que no cumplen lo que nos exigimos a nosotros mismos, Nuestro sector primario está en la más mísera ruina, mientras engordamos a naciones que ni les va ni les viene la tan cacareada Agenda 2030. Hoy es un sueño pervertido.
Estamos en una sociedad en la que las políticas se dedican a imponer y prohibir, no a solventar los problemas reales de su población, políticas implementadas por “imposición legal”, sin analizar si son o no beneficiosas a nuestra sociedad, sin analizar resultados, y comprobar si son o no sostenibles.
Muchos países desarrollados, están abandonando algunos de los preceptos de los ODS, visto que su resultado no es beneficioso ni para la población ni para el medio ambiente, pero hay otros que obsesionados con sus hojas de ruta las aplican, cueste lo que cueste, aunque hundan a su población en la miseria. Algún beneficiado se lo agradecerá, ya se sabe: favor con favor se paga.