María José Gómez-Pimpollo: "El castillo de Dénia entre Photoshop y Daniya Hills"
En los últimos días, dada la inoperancia de PP y CU (Kringe y Font), el mal estado del castillo de Dénia ha cobrado relevancia en la campaña electoral, cómo un torbellino que ha vuelto a hacer aparecer, la demagogia y los olvidos selectivos, pero sobre todo, la hormigonera. Palabra que cuando es usada, hace babear a las parejas de baile de PP-CU y PSOE-Compromís, aunque por motivos diferentes. Baba que no se podrá limpiar, ni con todo el papel higiénico comprado en la legislatura del PSOE y Compromís (2003-2008), que dejó temblando el Amazonas, y las noticias que se tienen, es que aún no se ha recuperado. Parece, que era una época de muchas cacas.
Mientras la estrategia manifiesta del PP y CU es dejar que el Castillo caiga y abandonar a su suerte al barrio de Les Roques, ya que no se han preocupado en 7 años en su mantenimiento, la estrategia del PSOE, que cuando gobernaban la compartían con Compromís, es siliconar, darle votos y viagra a el castillo sin importarle como está el corazón, y como es cuando no sale en las fotos retocadas, ya que lo importante es el espectáculo. Menudo espectáculo. En esto de los tratamientos de belleza, da igual como quede, lo importante es la cirugía, por no decir la hormigonera. Para ejemplo, el pegote que se dieron en la Ronda las Murallas cuando gobernaban, que vulnera los más elementales principios de la restauración y la rehabilitación. Imagínense restaurar un Picasso con el rodillo, y sabrán de lo que hablo. Otro pegote anterior, fue la rampa de Fraga. Por favor, abstenerse de más estropicios y chapuzas.
El Castillo de Dénia, es patrimonio identitario de Dénia como es el Montgó, Les Marines y Les Rotes, que no necesitan ni de operaciones estéticas ni de abandonos tan flagrantes, sólo conservación, rehabilitación y reparación. Pero eso sí, como todo Patrimonio, tiene vida propia, que primero hay que conocer, y después adaptar a los ritmos de una ciudad. Por eso, entre siliconar y dar votos, y/o prepararlo para su privatización abandonándolo (el PP ya ha empezado con los faros), encontremos otro camino en el que el castillo encuentre su vida propia, ayudado en su mayoría de edad, por nuestras caricias y afectos, y sobre todo, nuestra actitud reparadora de su dignidad, que no deja de ser la de la ciudad de Dénia.