Opinión CEDMA : Botón Rojo
Gravísima situación la que seguimos viviendo en Dénia con la ausencia de planeamiento; una misma fase ambiental para dos planes generales sobre la mesa: el consensuado de 2015 olvidado por el actual gobierno local, y uno de 2017 que nos dicen ser más sostenible, pero que al no respetar la realidad urbanística de los últimos treinta años, rompe con todos los principios de una mínima seguridad jurídica que evite altísimas responsabilidades patrimoniales.
La Conselleria continua retrasando la aprobación de un NUTU que convertiría en inviable la propuesta municipal, la cual es conceptualmente opuesta y contraria a los más básicos criterios de prudencia económica, y que ahora el Ayuntamiento escenifica con su último pleno de aprobación de las modificaciones del plan estructural, recayendo nuevamente en dos pecados capitales: el de la renuncia a la participación al no convocar al Consell d’Urbanisme, y el de la obvia deriva hacia un oscurantismo procedimental que rehúye de la tan cacareada transparencia, y que en este caso, se refleja en la ausencia de cartografía que haga comprensibles dichas modificaciones.
De nuevo, el Ayuntamiento oculta los planos, pero lanza noticias como la del incremento de la superficie del Bosc de Diana, pasando por arte de magia de siete a catorce hectáreas de zona verde, sin acabar de identificar el emplazamiento de dicho suelo. Sin duda, una bomba nuclear que sobrecargaría la ya frágil economía ciudadana con bastantes decenas de millones de euros. Pero, ¿quién apretará ese botón rojo?, ¿el Ayuntamiento con su indefinición, o la perezosa Generalitat? Tal vez sea éste el motivo del continuado retraso del NUTU autonómico, del estado ruinoso del estructural, todo ello fruto de una irresponsable política que no encuentra técnicos firmantes con los que materializar los objetivos electorales.
La Conselleria se ha comprometido a aprobar el NUTU antes del 20 de diciembre, por lo que es probable que vuelva a apurar los plazos hasta el viernes 14 en que se reúne el Consell de la Generalitat. Quizá entonces ya tenga tomada la decisión del Bosc de Diana, dejarlo como está, desclasificarlo, o suspenderlo.
Mientras tanto, el Ayuntamiento utiliza el planeamiento urbanístico como si fuera la esponja donde todo cabe para hacer política. Ideas variopintas con las que movilizar votos e intenciones, y si para ello tienen que delatarse una vez más en el reconocimiento explícito de renunciar al Plan General en esta legislatura, pues lo hacen, y nos presentan un Plan Estratégico de Turismo Sostenible que, al parecer, irá de la mano del Estructural, aunque con ello se sacrifique cualquier posibilidad de aprobación cercana.
Muchas cosas se han roto, también nuestra paciencia. La extrema dureza de estas palabras responde al enorme daño que desde la Concejalía de Urbanismo se le está haciendo al territorio, así como a las actividades económicas y al conjunto de la ciudadanía. Resulta intolerable y ofensiva la actitud. Nos sentimos profundamente defraudados por el ninguneo a los agentes sociales al rechazar nuestros talleres participativos, por no convocar al Consell d’Urbanisme, por negarnos documentación indispensable para la comprensión de la situación, por convertirnos en testigos directos de actitudes esquizofrénicas que han llevado al choque entre dos administraciones públicas, y que, aunque políticamente dicen trabajar codo con codo, la verdad es que en la ordenación territorial refiere, no hay más que sangrantes codazos tanto a nivel técnico como jurídico.
CERCLE EMPRESARIAL DE LA MARINA ALTA