Opinión Pepa Font ( PP Dénia) El caso único de Dénia: un alcalde que le echa la culpa de sus errores a sus propios ciudadanos
Un político debe responder de sus actos. Ejercer la autocrítica y hasta asumir responsabilidades cuando ha cometido un error grave en su gestión que perjudica a los ciudadanos y ciudadanas que depositaron en él su confianza. Eso debería ser un compromiso, una práctica común. La que nunca ha empleado en sus diez años tan celebrados el gobierno del señor Vicent Grimalt, alcalde de Dénia. Ni cuando pactó con Compromís ni cuando tuvo la mayoría absoluta. Tampoco ha sido jamás el talante de su presunta sucesora, Maria Josep Ripoll.
Un ejemplo evidente es el de la basura. En el último pleno, el señor Grimalt protagonizó un lamentable espectáculo. Culpó de las graves deficiencias de la recogida de residuos y de la limpieza a todos los vecinos. Los trató de incívicos. Hasta de sucios. Lo hacía en la misma sesión en que el equipo de gobierno aprobaba pagarle a la concesionaria 624.000 euros más porque el pliego de condiciones que allá por 2022 redactó este mismo equipo de gobierno era simplemente un desastre que no se adaptaba a las verdaderas necesidades de Dénia. ¿No es esa una enorme contradicción, señor alcalde?
¿De qué tienen la culpa los vecinos? ¿De qué tantos contenedores de tantos barrios se encuentren desbordados, de que las rutas no sean operativas, de que la población ofrezca durante todo el año pero especialmente en verano una imagen de suciedad inadmisible?
Que Grimalt responsabilice de los fallos de su gestión a los vecinos que la sufren es deleznable. Los vecinos solo son culpables de una cosa: de haber pagado una tasa desorbitada por el servicio que PSOE y Compromís ya encarecieron este año. Y por si fuera poco, es bien probable que lo vuelvan a encarecer el próximo. Porque, ¿quien va a asumir ahora esos 624.000 euros de más si la tesis de este gobierno es que como el servicio no puede ser deficitario su coste se le ha de repercutir en los recibos?
En el último pleno, mis compañeros Juan Carlos Signes y Carlos Barona preguntaron si los recibos van a subir o no. Una pregunta directa, clara, sencilla. Pero tanto el concejal de Hacienda, Paco Roselló, como el propio alcalde no la contestaron. Agacharon la cabeza. No se enfrentaron a la verdad. Hablaron de que eso ya lo dirá un informe el día en el que esté redactado. No fueron capaces de decir que sí o no. NI siquiera de emitir un mensaje de esperanza para ciudadanía diciéndoles, haremos todo lo posible para no agravar más la tremenda presión fiscal que ya sufre Dénia. Al déficit moral (echarle las culpas al pueblo de su propia ineptitud) unen su despreocupación por el precario estado económico de las familias de esta ciudad.
No es la primera vez que este gobierno responsabiliza de sus desventuras a otros. Ya sucedió con la nueva residencia: la lentísima tramitación del proyecto de la señora Ripoll y sus sobrecostes provocaron que se haya perdido esa dotación y los 9 millones de euros de ayudas europeas debido a que el Ayuntamiento de Dénia incumplió todos los plazos. Pero en vez de asumir sus errores, la edil de Territorio ha arremetido contra la Generalitat, que nada podía hacer ante tanta lentitud. Es por cierto la misma Generalitat que sí le concedió a esta ciudad dos millones de euros más para construir de una vez el nuevo colegio Raquel Payá. Y, ¿qué sucedió? Que una vez más la mala gestión de Ripoll provocó que el concurso quedara desierto y que tan importante centro de educación especial se haya retrasado de nuevo.
Y esta es la forma de gestionar de este equipo de gobierno: jugar con el dinero público, que unas veces pierde y otras derrocha. El dinero que es de todos los dianenses y que debería ser sagrado.
Pepa Font Reus
Presidenta Partido Popular Dénia