La desescalada del sector marítimo en la Marina Alta

En la Marina Alta vivimos de la reciprocidad que se produce entre nuestra población y la que nos visita, de la gastronomía, de la calidad de vida y la esencia mediterránea. Por lo que debemos velar para volver a ofrecer ese turismo de calidad, con un carácter diferenciador, que nos ha servido para construir buena parte del importante tejido empresarial del que disponemos actualmente.

Desde el Punt Nàutic de Creama, proyecto enmarcado dentro del Acuerdo Territorial por la Ocupación y Desarrollo Territorial y subvencionado por la GVA a través de Labora, que nace a raíz de la demanda por parte de los distintos agentes territoriales de implementar una formación especializada en el territorio, que se adecue a las necesidades del sector náutico, se está realizando un estudio para conocer en qué grado afecta la actual crisis sanitaria y la consecuente parálisis económica al sector marítimo de nuestra comarca.

A lo largo de este  estudio, iniciado con la declaración del Estado de Alarma y que continuará actualizándose haciendo un seguimiento de los cambios producidos en las próximas fases y la anhelada llegada de la “nueva normalidad”, se analiza desde un punto de vista cualitativo como está afectando este estado de excepcionalidad al tejido empresarial del sector marítimo. Así pues, se han realizado una serie de entrevistas telefónicas con distintas entidades de la comarca correspondientes a la vertiente de mantenimiento y reparación de embarcaciones, náutico deportivo, náutico recreativo y pesquero, de las que se pueden extraer una serie de conclusiones aclaratorias. Los datos extraídos de esta primera oleada de entrevistas, corresponden al periodo de tiempo comprendido entre el 14 de abril y el 18 de mayo.

Las fechas están jugando un papel muy importante en el inicio de las distintas actividades según el tipo de entidad, desarrollo de las tareas cotidianas, volver a la producción, canales de comercialización o ventas efectuadas. Pero ha existido un denominador común en todas las entrevistas realizadas hasta el momento y que se ha destacado por encima del resto, el gran impacto económico que ha tenido el COVID-19 sobre el sector náutico.

Además, existe una visión generalizada en el sector en cuanto a la gestión que se ha hecho por parte de las autoridades competentes, habiendo proporcionado una mala comunicación y en muchos casos ambigua que propicia la libre interpretación. De igual forma, se considera que los trámites administrativos que se han tenido que realizar a raíz de la situación (los ERTE y ayudas) se tendrían que haber simplificado, así como haber otorgado un papel más relevante a los ayuntamientos en la toma de decisiones.

Durante el periodo del estado de alarma, los agentes del sector náutico han ido tomando varias iniciativas como la aplicación de las medidas sanitarias recomendadas así como otras que se han tomado por iniciativa propia, la implantación del teletrabajo en el personal administrativo y de atención al público o la flexibilización del horario laboral para facilitar el acceso a la ciudadanía.

La pesca está considerada uno de los sectores esenciales, y como tal se ha permitido continuar con la actividad convencional a lo largo de este periodo,  siempre respetando las medidas de seguridad dictaminadas por las autoridades competentes y que abocaron a las embarcaciones más pequeñas a presentar un ERTE por la imposibilidad de poder respetar esas medidas de seguridad, como la distancia social. Sin embargo, desde las cofradías de pescadores se adoptaron distintas posturas al respeto.

En Calp, la Cofradía interpretó que se podía continuar con la actividad convencional, por lo que fueron los principales encargados de cubrir la demanda de pescado en nuestro territorio, que rondaba alrededor del 40% del producto habitual, mientras que prácticamente no se ha capturado nada de marisco. “Actualmente somos unos privilegiados, puesto que hemos podido continuar con nuestra actividad, y aunque el género más caro (el marisco) no se ha capturado, la oferta de otros puertos ha sido paralizada completamente por lo que una cosa ha compensado la otra”.

 En Dénia, la Cofradía decidió no salir al mar hasta el 11 de mayo debido a la desprovisión de equipos de seguridad higiénica, y también por falta de una orden específica o recomendación por parte de los organismos oficiales. “Éramos conscientes que venía la campaña de semana santa y sabíamos que la hostelería se había aprovisionado de género, por lo que priorizamos la seguridad de nuestros marineros”.

En Jávea se optó para iniciar su actividad en la tercera semana de confinamiento únicamente saliendo las embarcaciones necesarias (alrededor de un 20%) para cubrir la demanda de la propia tienda que tiene la cofradía. “El cierre de la hostelería está perjudicando muchísimo al sector de la pesca, el consumo del pescado tiene una gran importancia en el mediterráneo”.

En junio empieza la veda y la flota para su actividad, pero en julio las cofradías volverán de nuevo a trabajar al 100% porque ya no  habrán ERTE ni ayudas. A partir de este punto, es cuando nuestros pescadores vaticinan que se enfrentarán a un paradigma donde las importantes pérdidas económicas sufridas hasta el momento, se sumarán a una reanudación de la actividad pesquera marcada por la baja demanda por parte del sector restauración que, seguro, verá menguada considerablemente la afluencia de turistas.

Por otro lado, el resto de sectores marítimos como, la náutica recreativa, han sido considerados como servicios no esenciales, con lo cual clubes náuticos, marinas privadas y varaderos han tenido que cerrar al público durante las primeras semanas de la Fase 0, pudiéndose realizar únicamente tareas de marinería y mantenimiento de embarcaciones con carácter urgente, para garantizar la seguridad de las propias embarcaciones. No fue hasta el 17 de abril cuando se permitió el acceso a los profesionales del sector a estas instalaciones, marcando el inicio en este tipo de producción.

La cancelación y reducción de barcos contratados para los meses de abril y mayo, el retraso en la entrada de barcos de grandes esloras para el mes de junio o la incertidumbre respecto al tráfico internacional de cara en verano, han marcado que tanto Varadero Port Dénia como Marine Spirit Varadero (Calpe), actualmente estén enfocándose en embarcaciones comerciales. Si bien es cierto, que la segunda entidad nos ha confirmado que ha sido un golpe económico muy fuerte para ellos y frente a las pérdidas económicas que se esperan para este año, han tomado la decisión de reconvertirse hacia el tráfico local de forma permanente.

En cuanto a los clubes náuticos, se han visto afectados tanto por las restricciones del tráfico de embarcaciones como por la prohibición de las actividades deportivas. “Muchas de las actividades deportivas que se realizan a lo largo del año han sido canceladas y aunque la práctica deportiva está permitida desde hace unos días, las medidas de seguridad sanitarias no permiten un desarrollo normal de las actividades náuticas“.

El día 11 de mayo,  con la entrada a la Fase 1, los aficionados pudieron salir a navegar en un escenario donde las limitaciones y restricciones marcadas por las autoridades sanitarias cobran suma importancia. Tanto es así, que el sector náutico cuenta con su propio protocolo de protección y prevención frente al COVID-19, fruto de la comunicación y la interacción positiva que está manteniéndose entre las entidades del sector y las autoridades competentes.

Las distintas entidades entrevistadas tienen claro que la recuperación se alargará durante el resto del año, empezando a levantar cabeza en marzo del 2021. Y si tal como afirma uno de los agentes entrevistados: “Nos viene una posguerra a nivel económico, en un territorio donde el principal motor es la restauración y el turismo”, este verano resultará un punto de inflexión en la supervivencia de muchas empresas que conforman el tejido empresarial náutico.

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