La octava edición del D*na consolida su papel como escaparate gastronómico y artístico de la Comunitat Valenciana
Entre cocas recién horneadas, arroces, salazones, dulces, vinos, cítricos y la brisa marina del Mediterráneo, la octava edición del D*na Festival ha bajado el telón tras un fin de semana en el que Dénia se ha confirmado como capital de la cocina mediterránea y referente de creatividad gastronómica a nivel internacional. Cubriendo el aforo máximo del evento, miles de visitantes han recorrido el Paseo de la Marineta Cassiana, convertido en una galería de arte gastronómico abierta al público, donde tradición, innovación y territorio han ido de la mano para celebrar el décimo aniversario de Dénia como Ciudad Creativa de la Gastronomía por la UNESCO.
El festival ha dejado imágenes icónicas como la mesa de más de 700 metros de largo frente al Mediterráneo, símbolo del espíritu colectivo que define al D*na. Durante dos días, el público ha podido disfrutar de showcookings, talleres y un mercado de sabores que exhibía lo mejor de la despensa y la restauración de la Marina Alta.
El Escenario del Mar vivió una tarde vibrante el sábado con Pablo Montoro y Borja Susilla, que pusieron en valor el producto local y la cocina mediterránea contemporánea. Tras ellos, el televisivo Alberto Chicote sorprendió al recuperar las planchas de hierro tradicionales para cocinar, defendiendo la esencia del producto frente al exceso de tecnología. “Busco que los platos perduren en la memoria, con pocos ingredientes y elaboraciones”, explicó mientras cocinaba en directo carabineros, canelones de presa ibérica y una tarta de queso a la plancha de hierro a 300 grados de temperatura, consiguiendo una cocción rápida y respetuosa con los sabores y texturas de los ingredientes. “Hoy cocinamos con sensibilidad, cariño y saber hacer, no con botones”.
A la charla de Chicote le siguieron la elegancia del francés Amaury Bouhours (Le Meurice Alain Ducasse, París) y el broche de oro de Jordi Roca. Tan solo le valió susurrar un ‘buenas noches, Denia’ para meterse a la audiencia presente en el bolsillo. Un público que abarrotó el gran Escenario del Mar y más allá, para asistir a una privilegiada masterclass del que está considerado como uno de los mejores reposteros del mundo. El menor de los hermanos Roca derrochó carisma y genialidad en el escenario y compartió con los privilegiados presentes los secretos detrás de algunos de los postres más artísticos que se sirven en su afamado restaurante El Celler de Can Roca. El repostero se mostró orgulloso de ser partícipe de este festival único. “Lo que está haciendo aquí Quique Dacosta de traer la gastronomía local para enseñarla a todo el país es algo muy bonito y un auténtico lujo el poder formar parte de ello”, señaló.
Los grandes de la cocina también han bajado “al barro”, compartiendo su experiencia y creatividad con el público, junto a cocineros y productores referentes de la cocina regional, en los numerosos talleres programados durante los dos días del festival, centrados en productos locales, técnicas tradicionales y nuevas tendencias culinarias. Los visitantes han podido elaborar salmueras y encurtidos, preparar arroces, elaborar helados artesanales, cocinar cocas tradicionales o experimentar con recetas sin gluten, además de aprender sobre vinos, aceites y coctelería. En paralelo, el Escenario Ciudades Creativas ha ofrecido un recorrido internacional: desde el Líbano, Italia, México o Japón, hasta Ibiza como invitada especial, compartiendo técnicas, productos y visiones de futuro de la cocina.
El festival mantuvo su ritmo el domingo, en una jornada que combinó tradición, sostenibilidad e innovación. Gonzalo Silla y Giuseppe Vono exploraron la cocina valenciana más contemporánea, seguidos por Alejandra Herrador, que reivindicó el producto local desde Castellón, y Luis Valls (El Poblet, Valencia) y Marcos Morán (Casa Gerardo, Asturias) que profundizaron en la memoria y la sostenibilidad del recetario mediterráneo y asturiano. Morán mostró cómo se trabajan las verduras en su restaurante con una estrella Michelin en Prendes, “acercando el mundo de la verdura a un consumidor de un plato de cuchara, mediante técnicas de trabajo que permiten hacer más amables verduras no tan populares, como cogollos, endivias o repollos, en diferentes contrastes”.
El colofón al festival ha llegado de la mano de Quique Dacosta y Carolina Álvarez, quienes han ofrecido un espectáculo gastronómico donde paisaje, técnica y emoción se entrelazaban para deleite de un público entregado. El D*na ha reivindicado este año la gastronomía como octavo arte, un lenguaje creativo que une disciplinas y conecta territorios.
Dacosta ha resumido el espíritu de esta edición señalando que: “La gastronomía es un arte vivo que se construye, se comparte y nos conecta con nuestra historia y nuestro entorno. Y ese es el espíritu de D*na, que un año más se ha convertido en epicentro de la gastronomía. Un viaje al que muchos colegas, con generosidad, se quieren unir cada año para estar cerca de nuestro pueblo. Estoy muy agradecido a todos ellos, y por supuesto a la organización, que cada año trabaja de forma incansable para lograr que miles de personas puedan disfrutar de la gastronomía”. El chef ha mostrado su satisfacción por el éxito de esta octava edición que, una vez más, ha superado las expectativas de asistencia y participación de público. En sus palabras, el festival demuestra “el apoyo que la gente de la Comunidad Valenciana ha otorgado al D*na, y también la responsabilidad de liderar la proyección de la imagen de esta tierra gastronómicamente hablando, desde una perspectiva humanista, que nos representa a todos”.
Con esta despedida, el D*na Festival 2025 reafirma su condición de gran encuentro mediterráneo, donde Dénia muestra al mundo que su despensa, su tradición y su creatividad son patrimonio compartido.